Bienvenidos otra semana más, hoy vamos a hablar un poco de la ópera. ¿Qué os parece si nos remontamos unos siglos atrás?
La ópera se considera tragedia griega.
La Tragedia
Griega,
el arte excelso de la Grecia clásica, va a ser el punto de
partida de los
primeros compositores de ópera.
Las Tragedias
griegas,
tenían una unidad de texto, canto y movimiento. El teatro de
Grecia
cumplía una función ritual, metódica y casi religiosa, que iba
mucho más
allá de la simple creencia o el temor a los dioses. No lo hacían
con el
deseo de infundir miedo, compasión o espanto, sino para que los
asistentes
tuvieran sentimientos de depuración y de catarsis, tal como dice
Aristóteles (IV a.C. capítulo III, 1) en su Poética:
“Es, pues,
la
tragedia representación de una acción memorable y perfecta, de
magnitud
competente, recitando cada una de las partes por sí separadamente,
y que
no por modo de narración, sino moviendo a compasión y terror,
dispone a la
moderación de estas pasiones.”
Desde mediados del s. XVII se estrenan en España cientos de obras
en las que existen rasgos estilísticos propios y a veces muy
singulares. En España ocurre como en el resto de los países europeos
(excepto Italia) en que se representan desde el comienzo las formas
teatrales más cultivadas en Europa: ópera
bufa, ópera comique, comedia musical, opereta…
que dan lugar todas ellas a formas teatrales cantadas y habladas sobre
las cantadas. Es crucial la aparición de la zarzuela,
obras líricas que alternan partes cantadas con partes habladas en
castellano. Debido a su éxito, este legado lírico permite calificar a
España como uno de los países más interesado en cualquier tipo de teatro
cantado y, en consecuencia, en la ópera.